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Alma Delia Murillo

29/09/2012 - 12:03 am

Breve inventario de las frases dudosas

No es que las frases cliché sean una cosa nueva ni que la doctrina moral melosa y el razonamiento pendejo no hayan existido desde siempre. La cosa es que ahora, con las redes sociales, hay que chutarse las frases mal escritas y acompañadas de una imagen ridícula en el perfil digital de alguien que nos […]

Fotografía: Carlos Estrada (@cestrad5)

No es que las frases cliché sean una cosa nueva ni que la doctrina moral melosa y el razonamiento pendejo no hayan existido desde siempre.

La cosa es que ahora, con las redes sociales, hay que chutarse las frases mal escritas y acompañadas de una imagen ridícula en el perfil digital de alguien que nos hace preguntarnos por qué somos amigos o, peor aún, familia.

Citaré sólo algunas de las máximas que he leído y trataré, con la escasa luz de mi sesera, de comprenderlas.

Empezaré con las de corte superación personal.

“Échale ganas”

¿Cuántas y cómo?, ¿por gramos o por mililitros?, ¿en polvo o en jarabe?. ¿Dónde están las ganas que debemos tener siempre listas para echárselas a algo?, ¿cuál de mis glándulas las produce?, ¿y si no tengo ganas para echárselas a eso que debo echárselas, qué hago?, ¿alguien podría prestarme tres o cinco?. Todo empeora cuando la frase se convierte en “Échale ganitas”. Me pregunto si las ganitas son las meninas de las ganas. No puedo más, mi cerebro va a colapsar. Abandono el intento, voy a otra frase.

“Es cuestión de actitud”

Vamos a ver, ¿puede mi actitud contra el SAT, a la una de la tarde cuando ya no hay turnos para realizar el maldito trámite que el régimen fiscal me pide a mí que soy intachable ciudadana pagaimpuestos?, ¿puede mi actitud contra el periférico cerrado?. ¿Lograré con mi actitud, cual si fuera Jean Valjean, levantar los dos camiones que chocaron y están obstruyendo mi camino hacia la oficina? Me rindo, creo que en mi ADN no venía la actitud correcta. Ha de ser culpa de mis progenitores que tampoco la tuvieron durante la fecundación. Gónadas mediocres. Lo que me lleva a sugerirles que hagan lo necesario para que sus gónadas produzcan espermas y óvulos con actitud de triunfadores. Digo, por si se ocupa.

Revisemos otro mandamiento de la superación personal.

“No esperes nada de la vida, mejor pregúntate qué espera la vida de ti”

En este punto ya me debato entre reír y llorar. ¿Somos de verdad tan importantes como para estar en el organigrama de la vida con funciones asignadas?, ¿venimos todos a cumplir una gran misión?, ¿notará el Universo cuando hayamos muerto? Yo creía que la vida nada más se trataba de vivirla. Soy muy tonta, me cae. (Inserte aquí su carcajada y búrlese de mí, querido lector, sin pena ni compasión alguna).

Llegó el momento de internarme en el espeso terreno de la Teología.

“Si Dios quiere”

Para empezar, parece que no se enteraron de lo que dijo Nietzsche, se los cuento: Dios ha muerto. Ahora bien, supongamos que el Dios que murió no era el suyo, ¿cuál Dios tiene que querer? Porque hay muchos, que yo sepa. ¿Y si Obatalá no quiere?, ¿si Alá tampoco, ni Zeus, ni Júpiter ni ninguno de esos cotizados, qué? ¿debemos resignarnos a pesar de que nosotros sí queríamos?, ¿aquí es cuando la Actitud se vuelve Dios?. (Tal vez ya estoy entendiendo).

“Dios sabe por qué hace las cosas”

¿Y a mí de qué me sirve que Dios sepa por qué hace las cosas?, ¿no tendría que ser yo la que sabe, por ejemplo, que estoy poniendo a secar las tortillas para preparar unos chilaquiles?, ¿no tendría que ser yo la que sabe, también, que termina una relación porque llegó el momento de hacerlo?. Y vuelvo a mi necedad: ¿cuál de los dioses sabe por qué hace las cosas?  Si tengo alguna duda ¿debo preguntarle a Hera o a Tezcatlipoca por qué hizo lo que hizo? (Ahora soy yo la que inserta las carcajadas, ustedes perdonen, sean indulgentes conmigo. Si quieren o si su Dios quiere).

No puedo evitarlo, tengo que emprender el reto de analizar el capítulo Filosofía Femenina.

“Hay que besar a muchos sapos para encontrar al príncipe azul”

Es decir, que si los hombres son sapos, las mujeres somos ranas. ¿O la fortuita combinación de cromosomas XX nos hace maravillosas, perfectas, preciosas, dulces, sabrosas y sabias mujeres nomás porque sí? Obviamente, sacar en la tómbola de la vida (frase para el capítulo de Superación Personal) la combinación de cromosomas XY determina al individuo como sapo feo, viscoso, verde, chaparro e ínfimo que, si trabaja lo suficiente, se convertirá en hombre. No, pos sí.  Abordemos ahora el concepto “príncipe azul” contenido en tan inteligente frase: ¿por qué está azul el príncipe?, ¿tiene problemas de circulación?, ¿estuvo calentándose con alguien pero no eyaculó y ahora tiene el síntoma blue balls?. ¿Es así como queremos al príncipe?, ¿con sus bolas azules, su próstata congestionada? No, queridas congéneres. De veras que no comprendo.

Sólo porque tengo que terminar y no porque la fuente de tales frases no sea infinita, me despido con ésta, que es una joya:

“El mejor afrodisíaco son las palabras, el punto G de las mujeres está en el oído, el que busque más abajo está perdiendo el tiempo”

Pues yo debo de ser mutante porque juro que nunca, nunca he tenido un orgasmo por la oreja. Trataré a frotármela y después les cuento qué pasa. Pero por ahora, tampoco entiendo de qué va esta máxima de la filosofía femenina.

Lo que digo es que la vida, la fe y el universo femenino son de muchas maneras, de infinitas maneras, tantas, que es un despropósito andar haciendo declaraciones como si se quisiera fundar una secta absolutista en pleno 2012.

Claro que también existe la posibilidad de que yo esté tan malita de mis razonamientos que, de plano, no entienda nada.

¿Ven por qué bebo?

 

@AlmitaDelia

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